Poco a poco los
salvadoreños somos bombardeados por propaganda, con la que los diferentes
institutos políticos buscan convencernos para ganar nuestro voto.
Sin embargo, y a pesar del
esfuerzo y despilfarro de dinero, poco o nada hacen para conquistar nuestra
voluntad con ideales de un verdadero cambio que favorezca a la gran mayoría de
compatriotas.
Uno de los candidatos, quien
siempre escribe su nombre con buena letra y tinta roja, ofrece una clase que
repasa promesas y promesas, creyendo que los salvadoreños seguimos siendo
analfabetas.
Por si lo ha olvidado,
usted es vicepresidente, y nos viene a prometer, lo que en la actualidad no ha
cumplido durante el gobierno del ciudadano presidente, Mauricio Funes.
El otro señor, que dice
ser un tricolor, pero que su opaca campaña se despinta cada vez que aparece en
los medios de comunicación, con un discurso trillado que solo señala los
problemas que ya conocemos y se aleja de ser propositivo.
Señor alcalde, no queremos
otro gobierno que pase llorando, por 20 o 5 años de mandato, no queremos un
gobernante que llore nuestras penas, no queremos quejas, berrinches, ni
excusas. Los salvadoreños queremos respuestas a nuestros problemas, opciones,
esfuerzos que nos incluyan y se alejen de ese discurso monótono que bien lo
identifica a usted.
A este ramillete de
opciones se suma una nueva derecha, que no sabemos si es naranja, verde, azul o
blanca; que dice ser la novedad impulsada por políticos viejos cuyas mañas son
conocidas de sobra por la sociedad.
Este grupo, presenta a un
candidato más conocedor del discurso y de las estrategias, pero que en el fondo
quiere enamorar con programas sociales y ofrecimientos que ya hizo en el
pasado, pero que igual, o no cumplió o cumplió a medias.
La pregunta es ¿Qué
podemos esperar los salvadoreños? Debemos apoyar al menos peor o simplemente no
acudir a las urnas para enviar un mensaje a la clase política.
Si ofrecen cambios,
avanzar o recuperar al país, deberían primero cambiar como personas, dejar sus
intereses particulares y velar por los intereses de la población. Deben pensar
en servir y no en volverse ricos como tradicionalmente ha sucedido con
presidentes y sus gabinetes.
El Salvador ya no quiere
más de lo mismo, existe una necesidad de transformación real que permita el
desarrollo individual y social en este país.
Empachados estamos ya de
tanto atol, ya es hora de comer algo que nos sustente, porque sino terminaremos
vomitando ese puré de ingredientes polarizados e ideologías engañosas, donde
comunismo y capitalismo vienen en presentaciones diferentes pero al final,
tienen el mismo sinsabor.
#Opinión
Anónimo
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